Prevenir los escapes de los peces criados en acuicultura: éste es el objetivo de un proyecto de investigación europeo para evitar los perjuicios tanto económicos como ecológicos que causan estos percances. La Universidad de Alicante lidera un paquete de trabajo centrado en doradas y lubinas que implica un seguimiento de los ejemplares huidos, lo que incluye implantarles dispositivos electrónicos o gratificar a los pescadores que entreguen los que capturen.
El paquete de trabajo del proyecto Prevent Escape que lidera la UA se lleva a cabo dentro de las actividades del Departamento de Ciencias del Mar y el Instituto Ramón Margalef. Lo coordina el profesor Pablo Sánchez. Participan también en esta investigación las universidades de Las Palmas y el País Vasco. En el proyecto Prevent Escape, que forma parte del 7º Programa Marco de la Unión Europea, participan siete países incluida España con varios centros de investigación cada uno.
“Aunque los escapes en acuicultura están más estudiados en el norte de Europa, especialmente en lo que respecta al salmón y el bacalao, en el Mediterráneo hay menos conocimiento sobre este tema”, indica Pablo Sánchez.
La línea de investigación de la UA se centra fundamentalmente en las doradas y las lubinas. La bahía de Guardamar concentra una importante actividad de crianza de ambas especies, con unas 4.000 toneladas anuales. Los investigadores estudian tanto su capacidad de alimentarse como de reproducirse en libertad, sus efectos ecológicos y las posibilidades de recaptura.
Las jaulas de cultivo se pueden agujerear, romper o hundir, ya que están expuestas a fricciones y temporales e incluso acciones intencionadas, y con ello originarse desde un goteo de escapes hasta fugas masivas de animales. El desgaste que sufren estas estructuras exige su inspección periódica por buceadores. Algunos cálculos en Escocia, donde hay importantes cultivos de salmón, sitúan hasta en un 20 por ciento los peces que se pierden por estas causas.
Las jaulas suelen ser estructuras de hasta 15 metros de profundidad y de 15 o 20 metros de diámetro, ubicadas a una distancia de unos 3 a 6 kilómetros de la costa. Pueden contener entre 50 y 100 toneladas de peces, a razón de unos 20 kilos por metro cúbico Y aparte de un considerable prejuicio económico —el sector trabaja con márgenes muy ajustados y tiene un alto componente artesanal, con empleo intensivo de mano de obra—, los escapes generan impactos medioambientales.
Vía:
Se buscan doradas fugitivas
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