Convocados por los sindicatos mayoritarios CC OO y UGT, por los de funcionarios Csif y por los educativos, sanitarios, policiales y de bomberos, la marcha discurrió con total normalidad, salvo el inevitable colapso de tráfico, pese a las medidas preventivas de corte de calles que había adoptado la Concejalía de Seguridad. La previsión de los convocantes se desbordó de nuevo, a los cinco días de otra histórica movilización, sólo comparable a la de principios de la década pasada en repulsa por la guerra en Irak. Y eso que no coincidía en fin de semana.
Cientos de autobuses llegados de todos los puntos de la provincia, de Dénia a Orihuela y Torrevieja, pasando por Villena o Alcoi, fueron desembarcando a la riada humana, que también utilizó otros medios de transporte como el tren de cercanías de Renfe. Dos horas antes de la también histórica marcha, que no quedó limitada al sector educativo como el pasado sábado, ya se concentraban trabajadores en las escalinatas del Instituto Jorge Juan, lugar clásico para el inicio de toda protesta social que se precie en Alicante.
Se trataba de un grupo de enfermeras de distintos hospitales y centros de salud públicos de la provincia, ataviadas con chalecos reflectantes verdes. Todo hacía prever que se volvían a rebasar las mejores expectativas de los sindicatos, que desconfiaban de que se superara la anterior movilización por el poco tiempo transcurrido y, sobre todo, por ser día laborable. Pero la avalancha de gente, familias enteras hasta con carros de bebés, se registró ya a partir de las cinco de la tarde por avenidas muy anchas como la de Doctor Gadea o de la Estación, en la Diputación. La organización, con CC OO, UGT, CSIF, FSES e Intersindical a la cabeza, y con el apoyo de PSOE, EU y Compromís, pactó con celeridad un plan ‘b’ con las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para evitar incidentes.