Solo 4 meses antes de su muerte, Steve Jobs presentó en el Ayuntamiento de Cupertino el que, según él, iba a ser “el mejor edificio de oficinas del mundo, que visitarán los estudiantes de arquitectura”.

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Esto fue en junio de 2011. El proyecto presentaba un conjunto de edificios perfectos por dentro e impersonales por fuera. Con grandes aparcamientos rodeados de césped y mucha vegetación. Pero no solo eso, Jobs quería que su sede fuese un ejemplo de sostenibilidad sustentada por 700.000 metros cuadrados de paneles solares, lo que podría abastecer a 4.000 hogares.

El precio inicial era de 2.073 millones de €. Una cantidad que casi se ha doblado. El pasado febrero, el sucesor del enigmático cofundador de Apple Tim Cook, informó de que el presupuesto ascendía ahora a 3.840 millones de € y aplazó un año la mudanza, hasta 2016.

Cook ha señalado que su intención es hacer realidad el sueño de su predecesor. El aumento del presupuesto no es problema ya que no supone ni el 5% del dinero que Apple tiene en efectivo, más de 106.000 millones de €.