En una época como en la que nos encontramos, donde la tan manida crisis es la inseparable compañera de viaje, donde sacar un proyecto adelante es casi una quimera, una misión imposible de las de Tom Cruise, un reducto de guerreros de la época mantiene sus ideas, sus tradiciones y, por ende, su proyecto un año más. Pero no sólo lo mantienen, sino que este año lo aumentan, van un poco más allá. A este grupo de ‘insensatos’ se les suele ver por una de las zonas altas del norte de la ciudad, por el barrio de Juan XXIII.

Ellos forman el Club Deportivo Agustinos, club afincado en el Colegio San Agustín, uno de los colegios por antonomasia de la ciudad. Son ya más de treinta años los que año tras año, se sigue trabajando con unas ideas claras y con unos objetivos bien marcados. La formación de los niños y niñas como jugadores de balonmano, pero sobre todo como personas. Compromiso, educación, compañerismo, valores que hoy en día se van perdiendo entre los más jóvenes, pero que son parte fundamental en la enseñanza deportiva en Agustinos.

Un club que está formado por unos cuarenta monitores, trabajando desinteresadamente por los chavales. Unos chavales que son la verdadera fuerza motriz del grupo. Esta temporada, cuando más complicado se presenta el logro, estos locos intentan el más difícil todavía. Veinticinco equipos saldrán con el libro y el corazón en el pecho de la camiseta tricolor. Unos cuatrocientos niños y niñas, en su totalidad alumnos del centro educativo. El mayor número de equipos de la historia del club alicantino. Una locura&hellip bendita locura.

Muchos lo consideran un club como otro, pero sólo quién ha pasado por ahí dentro sabe lo que realmente significa trabajar por «esos locos bajitos», esperando la mayor recompensa que nadie puede tener, el cariño de los niños y ver cómo, ellos también, perciben el balonmano en Agustinos como un sentimiento. Algo que ha hecho de este club que sólo se nutre de un colegio, uno de los más prestigiosos y respetados a nivel patrio. Un sueño para muchos. Locura o no, sueño o no, en Agustinos seguirán soñando.

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